Angela se sentó en la parte baja de una de las cuchetas en su habitación, su nueva habitación.
Suspiro. Era nueva en Ritsky y realmente no entendía muy bien que debía hacer o porque estaba allí. Se estiro y su memoria volvió atrás.
Recordaba muy bien, era de noche y lo único que ella quería era algo de comida. Tiritaba de frió en la acera buscando algún idiota desprevenido para meter la mano en su bolsa y conseguir dinero.
Entonces vio su oportunidad: una chica menor que ella, una rubia que caminaba con aspecto distraído y que ni siquiera le miro... nadie le prestaba atención a los híbridos como Angela.
Como la chica acostumbraba, metió su mano con rapidez y disimulo su mano de largas uñas en el bolso de la rubia, pero antes de que lograra sacar el dinero que ya tenía entre sus dedos y seguir caminando con disimulo como si nada hubiese pasado, la chica asió su brazo con fuerza
- No tan rápido, kitsune – repuso Alice
La rubia apretó con más fuerza el brazo de quien había intentado robarle, podía seguir hasta partírselo. Analizo a la chica: tez morena, cabello oscuro, enrulado y sucio, cola y orejas de zorro, harapos por ropa y unos sorprendentes y hermosos ojos claros. Menuda y escurridiza, una ágil ladrona.
Alice se detuvo en las orejas de Angela unos cuantos segundos, sonrió. Esta chica mitad zorro era una kitsune, un híbrido. Los sueños de Alice se hicieron realidad.
- ¿Necesitas comida? – pregunto Alice - ¿Dinero? ¿Aceptarías un techo?
Angela bajo la cabeza
- ¿Tanto se nota?
Así era como Angela terminó allí, en aquel mal iluminado cuarto. Estaba muy agradecida en realidad, pero se sentía inquita, algo le decía que aquello no terminaría bien.
Un ruido sacó a Angela de sus pensamientos. La puerta se abrió, Luna y Sarta entraron a la habitación que de ahora en adelante, compartirían con Angela.
Sara seguía con la misma blusa desgarrada que dejaba ver su abdomen vendado, Luna le miraba preocupada de reojo, sentía su dolor. Sentía todo lo que le pasaba a Sara.
Las nekos miraron a su nueva compañera extrañadas. Angela se removió en su lugar incomoda.
La tensión casi se podía tocar
- ¿Y tu...
- ... quien mierda...
- ...eres? – preguntaron Luna y Sara.
- Yo... – empezó a decir Angela
- Solo dinos... – interrumpió Sara.
- ... quien te dio...
- ... permiso de...
- ... entrar a nuestra
- habitación – terminaron al unísono.
- Alice... la jefa me dijo que dormiría con ustedes – balbuceó Angela confusa por la extraña forma de hablar de sus nuevas compañeras.
Las gemelas se cruzaron de brazos y salieron de la habitación a la vez, Angela dudo un par de segundos antes de intentar seguirles.
Ya era tarde, las nekos ya se habían perdido en algún corredor adyacente. Por más que Angela intento seguirles no les encontró, la cede era como un interminable laberinto, en el cual Angela se perdió enseguida.
No sabía porque había tenido la estúpida idea de seguir a esas chicas. Suspiro. Se sentía una total idiota, sentía que esas chicas lo habían hecho por gusto y ahora estarían en algún lugar riéndose y pensando en cómo deshacerse de ella.
Realmente, Luna y Sara estaban echando humo mientras le contaban a los otros internos que había una nueva novata: un plan simple y seguro para quedarse sin compañera de habitación nuevamente.
Entonces mientras Angela pensaba en eso chocó contra alguien y calló de buses al suelo
- Maldita sea – refunfuneó la chica.
Parado en el corredor frente a la kitsune mirándole seriamente estaba Ryo, no se molesto en ayudarla a pararse, se dio vuelta sin decir palabra.
- Oye... – Angela le siguió - ¿Podrías bueno... ayudarme?
Los corredores estaban vacíos y sucios, un tubo eléctrico iluminaba el pasillo desde arriba. La luz no reveló la presencia de ninguna emoción en el rostro Ryo aunque su voz sonara algo cruel:
- ¿Por qué?
- Pues...
Ryo decidió ignorarla y comenzó a caminar sin mirar a Angela. Aun así, esta lo siguió. La mente del humano parecía desconectada de su cuerpo mientras doblaba por los corredores. Pese a todo, la condujo frente una puerta de aspecto pulcro, la única habitación en el segundo piso subterráneo con una puerta.
Angela avanzo hasta la puerta, Ryo se dio vuelta y se fue. Algo le decía a la kitsune que debía quedarse en esa habitación. Pronto mostraría que su sexto sentido estaba más que muy desarrollado.
Llamó a la puerta.
Risa Palmers abrió y miro a la chica que estaba en el corredor frente a ella
- Debes ser Angela… la novata – la rubia sonrió – Soy Risa, un placer. Es algo bastante raro ver nuevos por aquí… pasa – dijo con un ademan
Ambas entraron a la enfermería, Risa estaba quemando en un pequeño plato metálico las gasas ensangrentadas que había usado para curar a Sara. Angela miro con curiosidad el plato y luego a Risa.
- Escucha – la expresión de volvió algo sombría – vas a tener que ganarte la posición y respeto aquí. Así que… deberás luchar a muerte – al decir lo último sonrió tiernamente y le coloco un mechón de enrulado cabello a Angela tras la oreja.